Obsesionarse con algo, así de primeras, es de todo menos positivo. Pensar todo el día en lo mismo, levantarte con ello en la cabeza y acostarte, que todo te lleve el mismo punto, a la oposición y su temario. Sin embargo, en una oposición, para llevar la máxima preparación, llega a ser necesario ese vivir por y para alcanzar nuestro objetivo, que es conseguir plaza, o en el peor de los casos quedar lo más arriba posible, a ver si cae alguna sustitución.
Son necesarios momentos de descanso, de desconexión, momentos para nosotros. Pero esa cierta locura obsesiva por conseguir el trabajo soñado, se hace necesaria en la mayoría de los casos.
Quien no arriesga, no gana, y aquí se trata de arriesgarlo todo. Debemos dedicar el mayor tiempo posible a nuestra oposición sin olvidarnos de dormir, comer, atender a nuestro seres más preciados y descansar un poco. Aunque en momentos la obsesión se vuelve tal, que estando en otra cosa, siempre nos estamos recordando de este tema o de este otro, o nerviosos porque se nos ha olvidado alguna cosa.
En nuestra obsesión las redes sociales, atender a algunas personas, seguir blogs y ver series se puede volver algo más que secundario, sobre todo en los últimos meses de nuestro proceso.
Algunas personas piensan cosas como que se van a volver locas o se van a morir, parece una locura hablar de ello, pero se llega a tal punto, que muchos son los opositores que lo piensan y creen.
Este síntoma llevado al extremo es enfermizo, pero en el caso de un opositor no es considerado una patología como tal (salvo en algunos casos), ya que es una obsesión por conseguir ese éxito necesario. El mundo en el que vivimos es muy competitivo, y una oposición es otra parcela más de esta sociedad que nos ha tocado vivir.
Ante todo, no perdamos la calma.
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