viernes, 6 de junio de 2014

Más vale llorar de niño, que de viejo.

Esta frase, "más vale llorar de niño, que de viejo", me decía un señor que era como mi abuelo.
Lo que viene a decir con ella, es que más vale esforzarse y sacrificar algunas cosas de joven por conseguir un buen futuro, que disfrutar abundantemente los años de juventud y luego llegados a una edad, lamentarse.
Muchas veces me acuerdo de ella en estos días, me da fuerza a seguir en mi tarea, muchas veces ardua y difícil. 

Hay muchas tentaciones de todo tipo que te pueden distraer y llevarte por otro camino, como pueden ser trabajos con los que ganarte un dinerito, realizar algún curso que te pueda brindar con suerte alguna oportunidad o tener más vida social, o simplemente tenerla. Estoy convencida de que el esfuerzo merece la pena, ya que si no creas tu futuro, nadie vendrá a hacerlo por ti. Las cosas atractivas a veces son como la manzana de Eva, que es mejor olvidarse de ella o serás expulsado del paraíso... o lo que es en este caso, por entretenerte aquí y allá, no llegaras a tu meta mientras saludas al público. 



A veces tenemos circunstancias personales de toda índole (enfermedades, familiares u otros inconvenientes) que nos obstaculizan en nuestro camino, pero debemos ser fuertes y no decaer... y mucho menos cuando se trata de banalidades. Más si la plaza a la que aspiras es tu vocación, aquello que sabes te hará feliz y sentirás completo cada día de tu vida por la labor que realizas, sigue a ello sin dudarlo.

Una de las cosas que me motiva a mi, además de la cuestión de estabilidad como es obvio, es la de ser docente y ayudar a futuras generaciones a pensar por si mismas, a que conozcan y comprenden su entorno y sepan desarrollar un pensamiento crítico. Me da igual que mis futuros alumnos sean de izquierdas o de derechas, liberales o conservadores, religiosos o ateos, mientras tengan claras las opciones y se posición conforme a lo que ellos realmente piensan. Que sean justos, sin prejuicios y con capacidad de empatía.  






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